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Entre pinceles, gis y destellos de hoja de oro, un grupo de jóvenes artistas dio vida a ?Otlant?, un toro gobernante, forjado en las cicatrices del pasado y reconstruido como símbolo de fuerza y gloria. Esta imponente creación forma parte del 2° Concurso de Arte Taurino de la Feria Nacional de San Marcos 2025, organizado por el Patronato de la FNSM.

La historia de este proyecto comenzó en octubre de 2024, cuando los alumnos fueron invitados a participar en esta segunda edición del concurso, cuyo reto consistía en reimaginar y decorar un toro. Lo que parecía ser solo una figura en blanco pronto se convirtió en una poderosa alegoría de la transformación y la superación.

Durante aproximadamente cinco meses, el equipo ?integrado por Amely Bautista, Dapnhe Verdugo, César Jiménez, Gabriela Cervantes, Isis Fortuna, Jonathan Ruiz y Guadalupe Gómez? trabajó incansablemente en un taller lleno de vida y color. Cada semana, entre dos y cuatro horas eran dedicadas a pulir detalles, experimentar con materiales y dejar volar su creatividad. Aunque al principio el ritmo fue desafiante, la pasión y el deseo de ver materializado su sueño hizo que cada minuto valiera la pena.

Otlant no solo fue construido con pintura acrílica, pigmentos, flores artificiales, pasto sintético y hoja de oro. Fue edificado también con paciencia, esfuerzo colectivo y la profunda convicción de que la fragilidad puede convertirse en una fuente inmensa de poder.

La entrega oficial de los toros se realizó el pasado 22 de abril en el estacionamiento de Tres Centurias, y el concurso tuvo lugar el 23 de abril. Ahora, mientras esperan ansiosamente los resultados que se anunciarán el próximo 9 de mayo, el majestuoso Otlant se encuentra expuesto en el Centro de Convenciones de la Isla San Marcos, donde permanecerá durante toda la duración de la Feria.

El 25 de abril, Otlant también será parte del Desfile de Primavera 2025, llevando consigo la historia de quienes, a través de su arte, encontraron en la transformación no solo un tema, sino un verdadero acto de vida.

Felicidades a estos talentosos alumnos que, con cada trazo y cada aplicación de color, supieron plasmar no solo su habilidad, sino también su alma. Hoy, Otlant no es solo una obra de arte: es una declaración de resiliencia, sabiduría y belleza nacida del esfuerzo compartido.